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La gorda llevaba mucho tiempo separada de su marido y cada noche echaba más de menos una polla. Llamó a todas las amigas a las que siempre entregaba su coño, pero ninguna estaba disponible esa noche. Con el coño ardiendo, decidió provocar al perro y ver qué hacía. Se quitó las bragas y se puso a cuatro patas, esperando a que el perro hiciera algo. Ella no sabía que a él le encantaba un coño carnoso, así que fue directa a por él y los dos follaron toda la noche.
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